¿Por qué deberías gastar tu dinero en vivir experiencias y no en cosas materiales?
Es posible que no tengas mucho dinero y que hayas pedido un préstamo para comprarte un coche, pero de todas formas, vivimos en un mundo de consumismo en el que a todos, o a la inmensa mayoría, nos encantan los accesorios caros. ¿Por qué no? Quiero decir… ¿comprar el último modelo de smartphone? ¿Comprar la ropa más cara? Sienta bien, durante un rato, pero siempre acaba en el fondo del armario. Entonces, la pregunta es si realmente lo necesitamos.
Hoy en día, parece que la vida gira en torno a conseguir el mayor número de likes en las redes sociales porque nos hace sentir mejor. Esa dopamina (una sustancia química del cerebro asociada con el placer) nos hace sentir mejor con nosotros mismos, lo cual está bien, pero esa sensación permanece durante un día, tal vez dos. No dura toda una vida.
Si has viajado, y quiero decir realmente viajado, comprenderás lo que quiero decir cuando hablo de adicción. La adicción que obtienes al ver el mundo. Es una gran maldición, pero lleva a tantas cosas maravillosas que siempre recordarás. Nosotros tenemos la suerte de que la mayor parte de trabajos nos hacen descubrir algún sitio del mundo que de otra forma no hubiésemos visitado, y podemos decir que, cuanto más viajamos, más crecemos.
Viaja y crece para entender a las personas, donde verás las diferentes culturas que forjan a los diferentes tipos de personas en todo el mundo.
Viajando empiezas a comprender la diferente manera de pensar que tienen el resto de personas que no piensan como tu.
Viajando, te das cuenta de que no todas las personas son tus amigos y que la vida es un mundo muy competitivo. Y más allá de esto, es increible lo fácil que es conectar con personas de todo el mundo. Eso es más de lo que puede te puede ofrecer un objeto.
Viajando, verás cómo tu dinero se convierte en algo real.
Viajando, verás cómo ese dinero que tanto te ha costado conseguir se convierte en algo más que dinero; se convierte en una experiencia que durará para siempre.
Y viajando creces y empiezas a conocer características tuyas que de otra manera no hubieses conocido. Puede sonar a cliché, pero ¿alguna vez has estado navegando entre islas sin teléfono, sin mapa, sin saber qué comerás y sin saber dónde te llevará ese barco? Cuando empiezas a respetar otras culturas tienes mucho camino ganado. Aunque te de miedo, una vez que superas el punto del miedo y finalmente te das cuenta de que estás a salvo, puedes reconocer lo afortunado que eres de haber agregado otra habilidad a tu vida. Siempre tendrás esos recuerdos a los que recurrir. Ganarás experiencia de vida. Una foto vale más que un millón de palabras. Ser capaz de mostrar a tus hijos, nietos o a tus amigos, esos álbumes de fotos sobre tus aventuras no tienen precio. Los recuerdos no tienen precio.
Olvídate la cámara de fotos que acaba de salir, el último drone o el iPhone que acaban de presentar, no lo necesitas. Invierte tus ahorros en un viaje que siempre recordarás. Dicho de otro modo, ¿te acuerdas en qué gastaste el dinero de hace cuatro meses? ¿Fue en comida? ¿En el alquiler? ¿Compraste ropa? Algunas de esas cosas son necesarias para vivir, pero ¿no te haría sentir mejor cuando puedes mirar la app del banco y pensar “me alegro de haber gastado ese dinero en un viaje brutal conociendo otra parte del mundo»? Empecemos a decir que no al estar a la última y comencemos a decir sí a las experiencias.
Viaja. Tan lejos como sea posible. Sal de tu zona de confort. De aquí a 20 años estarás más decepcionado por las cosas que no has hecho que por aquellas que hiciste. Viaja para conocer el mundo, tanto la gente como a ti mismo. Haz cosas nuevas y mira más allá de lo que tienes justo delante de ti. Deshazte de las etiquetas. Despiértate en ciudades dónde no conoces el camino. Ten conversaciones en idiomas que no sabes hablar.
Porque un día en un lugar en el que nunca habías estado antes puede darte más que todo un año en un lugar donde siempre has estado.
Vivimos una vida muy corta en el planeta muy grande.
La aventura te está llamando, no la decepciones.
